Después de horas y horas de búsqueda de adjetivos, calificativos, estilos de decoración, ideas originales y volver a usar el antiquísimo paint, dio por terminada su labor y se dispuso a relajarse.
Solo tenía que imprimir el trabajo, guardarlo en un folio y sería libre para tomar su colectivo.
Pero o sorpresa, o no tanto, la maldita impresora se negaba a darle la satisfacción de la finalización.
Probó, probó todo, la prendió y apago, la volvió a enchufar, saco el toner para ver si no era alguna hoja trabada...
Nada dio resultado, por lo tanto, mañana habría que buscar impresoras.
Mal día, justo cuando pensaba que se había amigado con la tecnología!
La tecnologia nos facilita la vida, nos abre ventanas imposibles de descubrir sin ella, nos entretiene...
ResponderEliminar...a cambio, de vez en cuando, nos toma el pelo.
Veo que usas el famoso metodo de apagar y volver a encender. Jejejejejeje.
Te juro, la mía me hace lo mismo. Nunca anda, pero ojo, viene otro, se imprime un testamento y todo bien.
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