lunes, 10 de mayo de 2010

En la selva

Su instinto le decía que debía huir, pero por desgracia, había aprendido de lealtad y de amistad.
Era todo lo que tenía en el mundo, no podía abandonarlo.

Se acurrucó aún más bajo la sombra del árbol, que crecía conforme se acercaba la noche.
Miró hacia el cielo agradeciendo que no hubiese luna, extrañaría la compañía del niveo astro, pero en este momento eso no importaba.

Con total sigilo sacó su cuchillo de entre sus ropas y comenzó a acercarse silenciosamente, se paró detras de un de ellos y cortó su yugular con un movimiento preciso, luego deposito suavemente su cuerpo entre las plantas.

Se estaba acercando a otro desprevenido rival cuando sonó el despertador.

Todos tenemos sueños de proezas... Pero cuansdo se es niño, se los disfruta mucho más.

6 comentarios:

  1. Siempre habra que admirar a quien acepta la tarea del heroe.

    ...y esperemos que al crecer las proezas no impliquen necesidad de violencia.

    Muy buena entrada.

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  2. yo siempre los disfruto =D

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  3. Que lindo relato. Pero te faltó la parte donde uno maldice!!! jajaja...besotes!

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  4. Jorge, lo bello de la niñez es que el heroismo es facil de alcanzar! Al crecer llegamos a la conclusiond e que ser heroe es complicado, agotador y que, a las mujeres le gustan mas los empresarios!

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  5. Reba: te admiro, es bueno que no hayas perdido esa capacidad de disfrute!!! Espero a cerveza pronto!

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  6. Baldwing: Un gusto saber que has regresado, la falta de maldiciones se corresponde a que el despertador no dejo rematar la acción! Una completa lastima! jaja

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La luna soñó...