El conejo cantaba, tarareaba una nana que le recordaba a los cuentos para dormir.
- Mamá canta cuando esta feliz. Papá tamborilea sobre la mesa cuando eso pasa- susurró la niña intentando no interrumpir.
El conejo la miró a los ojos y movió los bigotes, era igual que cuando su padre se acomodaba los anteojos, estaba contento.
- Nunca paras de sorprenderme!
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La luna soñó...